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TRANSMUTACIÓN DE LOS SENTIDOS DE JAN ŠVANKMAJER
TRANSMUTACIÓN DE LOS SENTIDOS
Eva Švankmajerová, Jan Švankmajer

Arte, magia e infantilismo
Según el psicoanálisis, la magia es una reliquia del infantilismo. Es el esfuerzo de dominar un objeto y así llegar al placer, algo así como cuando un niño pequeño intenta con diferentes rituales (llanto) dominar el seno de la madre (placer). Pasa analógicamente también con la creación artística. También ella es un esfuerzo de poner el nombre, “apoderarse” y, al final, cambiar el mundo, también ella está acompañada del placer. También ella acaba en una impotencia infantil cara a cara al mundo racional y pragmático (el principio de la realidad). Pero quizás todo ello es todavía un poco más complicado. Puede ser que la magia es el grado supremo de la comunicación emocional con el mundo de la naturaleza. Sólo la magia baja, decaída, intenta abusar de esta comunicación con el fin de su propio provecho, intenta mamar del seno de la naturaleza y succionar y abusar su secreto. Los grandes magos utilizaban los secretos de la naturaleza para desarrollar su propia imaginación y, consecuentemente, para la transmutación de los sentidos, y de esta manera llegaban a un nivel espiritual más alto.

El arte y la magia seguían mucho tiempo el mismo camino. Pero luego, las grandes religiones y la ideología moderna degradaron el arte al nivel de una sirvienta. Los intentos de emancipación del arte moderno liberaron la creación no tan sólo de esta servidumbre, pero también de la magia “infantil”, con lo que el arte llegó a la “madurez” estéril. El surrealismo intentó de nuevo juntar la creación con el primitivo pensamiento mágico y devolverle la dimensión mágica.

Lo bajo está siempre muy cerca de lo supremo, lo mágico de lo surracional, lo infantil de los rendimientos supremos del espíritu. Es la razón por la que yo no temería a la palabra “infantil”, en mis oídos no tiene connotación peyorativa. La “madurez” de nuestra civilización es, sin embargo, estremecedora. Igual que la madurez del arte contemporáneo, que dejó de alimentarse de la magia “infantil”, se hizo pura mercancía y se volcó en los brazos del mercado de arte “maduro”.
Pero claro, allí donde se trata del comercio puro y duro, lo infantil molesta y la magia es ridícula.

Jan Švankmajer, 2008
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